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Estamos viviendo una impactante crisis global, provocada por la pandemia del coronavirus, que coexiste con una sociedad acostumbrada a comunicaciones en tiempo real y a acceder a golpe de clic a información colgada en la nube por cualquier persona.
A esta “infoxicación” de información se le suma la tendencia catastrofista que alimenta el miedo del usuario y lo impulsa a hacer clic en la noticia más impactante y preocupante.
A la pandemia sanitaria se le suma la pandemia del miedo
Cada vez hay más miedo frente a potenciales amenazas y mayor ansiedad ante la capacidad de superarlas. “La tendencia a inflar los riesgos y el peligro ha ido de la mano con la idealización de la seguridad y la supervivencia como valores en sí mismos”. (Frank Furedi, Universidad de Kent). Cambio climático, crisis económica, coronavirus…
La crisis del coronavirus tiene distintas secuelas: por supuesto una crisis sanitaria y, como consecuencia de esta, una crisis económica y social. Este panorama ha provocado un gran impacto en las emociones y en los comportamientos individuales y sociales.
El entorno escolar no es ajeno a este contexto. Docentes y familias nos sentimos a menudo desbordados por la necesidad de hacer frente a lo inesperado y desconocido, a pesar del acceso a la información en tiempo real. Teresa Martínez, consejera delegada de Institució Familiar d’Educació, señala: “tenemos que hacer que el colegio sea un entorno confiable para evitar que el miedo acabe impregnando las relaciones que se puedan establecer. Es importante protegernos del coronavirus, pero también de la cultura del miedo.” La educación y la formación del carácter, especialmente de niños y adolescentes, es fundamental para ayudar a desarrollar valores como la resiliencia, el espíritu crítico o la solidaridad. Tener esperanza y creer en la capacidad del ser humano de superar la adversidad es el antídoto contra esta tendencia a hinchar los riesgos y sobredimensionar los peligros.
Afirma Stephen M. R. Covey en su libro “El factor Confianza” que la confianza no es una cualidad blanda sino que es un activo, tangible y activable que puede crearse y cultivarse, para que esté presente en la vida personal y organizacional. Desde el colegio tenemos que aprender a infundirla, cultivarla y recuperarla de ser el caso, sin dudar en la integridad y la capacidad de las personas y del colegio.
En los colegios de Institució se desarrolla el programa Personal & Family Project, un programa para la educación integral de los alumnos que desarrolla el colegio y lidera cada familia. Este programa desarrolla 6 fortalezas internas - autonomía, identidad, resiliencia, integridad, sociabilidad y sabiduría - para crecer y ser felices en el siglo XXI. Cada fortaleza articula —desde una vertiente ética y psicológica—, las cualidades, capacidades y virtudes humanas que se fundamentan en una visión cristiana de la vida.
10 CONSEJOS PARA SUPERAR EL MIEDO AL CORONAVIRUS Y RECUPERAR LA CONFIANZA